Los conos para señalización vial han tenido una gran aceptación en el mundo de los elementos de seguridad gracias a su facilidad de colocación, almacenamiento y duración. Por eso se llevan utilizando de manera muy extensa desde hace tiempo, y su uso ya no se limita solo a delimitar zonas de seguridad en carreteras. Se utilizan los conos para marcar zonas donde se han producido derrames, en puertas para evitar que se crucen cuando se han colocado suelos en habitaciones y no se puede pisar y en otros muchos usos que necesiten de elementos de señalización fácilmente reconocibles, siendo los conos viales la señal más reconocida alrededor de todo el mundo como identificador de algún tipo de advertencia.
También se utilizan de otras maneras algo menos ortodoxas, como cuando nos encontramos a alguien que ha bebido de más, ha encontrado uno de estos elementos de seguridad en algún sitio, y sin pensar lo que pueda estar cuidando se lo ha puesto en la cabeza y se dedica a pasearse por la calle ataviado con semejante “sombrero”.
La seguridad vial es una constante cuando se realizan obras en la carretera, tanto para los conductores que tienen que pasar por la zona de obras como para los obreros que realizan los trabajos. Por eso se llevan utilizando desde hace mucho tiempo elementos de señalización como los conos viales para delimitar de manera segura la zona por la que pueden pasar los vehículos como la zona que ocuparán los obreros.
Los conos viales y las vialetas no son los únicos elementos de seguridad que encontramos colocados en las zonas de obras. También se colocan vallas, luces y elementos más estables dependiendo de el tiempo que vaya a durar la obra. Las luces se colocan sobre todo si se van a realizar trabajos por las noches, aunque también se ponen sobre las vallas para hacer visible la zona por la que los vehículos no pueden circular porque de otro modo correrían un grave peligro.
El mundo de la movilidad está muy extendido en muchos campos. Hoy se pide movilidad a los trabajadores en el desarrollo de sus funciones, se pide movilidad a las empresas para que sean capaces de llegar a lugares a los que no llegaban y se pide movilidad incluso a quienes no se pueden mover, como algunas oficinas.
En este último caso, la movilidad más que física es virtual, algo que Internet ha conseguido al permitir que los trabajadores sean capaces de realizar sus labores en oficinas de todo el mundo sin tener que estar físicamente allí, conectados en red con compañeros de cualquier punto del planeta.
Esta moda de la movilidad ha llegado a tal punto que se están desarrollando productos capaces de ser transportados con facilidad para llevarlos de un lado a otro sin apenas esfuerzo. Cualquier día veremos plazas de garaje que se adaptarán al tamaño de cada coche para aprovechar los espacios, quizás con topes de estacionamiento que se desplacen para tal fin.
Los topes de estacionamiento, esos elementos que se colocan en el suelo para delimitar el área de los automóviles que aparcan, pueden estar realizados de diferentes materiales. Lógicamente, cada uno varía en el resultado final tanto en costos como en efectividad.
Los más conocidos son los topes de hormigón o de cemento. Estos son los más robustos, además de que al amurarlos al suelo solo se pueden quitar rompiéndolos. También el costo es mayor, y tienen la desventaja de no poder reutilizarlos en otro lugar.
También existen los topes de hule y los topes de plástico. La principal ventaja que tienen es que son desmontables y pueden cambiarse de lugar, aunque también más frágiles y un vehículo podría romperlos. Son más baratos que los topes de hormigón, lógicamente, debido al material con el que se realizan.
Lo importante es conocer bien la gama que se nos ofrece para poder optar por los topes de estacionamiento que mejor se adapten a nuestras necesidades.
Los colores más llamativos, los llamados “chillones”, son el rojo, el amarillo y el naranja. Por eso estos colores se utilizan a menudo en las señales de tráfico. Las señales de peligro o los conos viales siempre están realizadas con este tipo de colores. Incluso la señal de prohibición del paso en un semáforo es de color rojo.
Alrededor del mundo, millones de personas se levantan cada día con un único objetivo: encontrar un empleo que les permita subsistir. No importa mucho en qué pueda consistir, solo importa que haya trabajo y que les ayude a cubrir sus necesidades básicas de sustento.
En algunas ciudades hay zonas concretas donde los demandantes se reúnen a la espera de que pequeños empresarios necesiten a alguien y se pasen por allí para cargar en sus furgonetas a los obreros: si se necesitan dos albañiles para instalar topes para estacionamiento en una obra, allí habrá doscientas personas dispuestas a ir. Si hacen falta cinco para recoger fruta pasará lo mismo. Lo importante es que al finalizar el día hayan podido ganar un jornal.
En otras ciudades existen empresas de trabajo temporal (ETTs) o agencias de contratación, donde se estudian los perfiles de los que solicitan empleo y los comparan con los empleos que ofertan las empresas, para asegurarse de que el empleado es el correcto. Pero el objetivo sigue siendo el mismo: ganarse la vida.
Algunos estudiosos han realizado experimentos en los que aseguran que los animales salvajes que van a atravesar carreteras reaccionan antes luces y señales rojas, parándose hasta que la luz se apaga o pasando por otro lugar que no esté marcado con esos colores, aunque esta teoría es rápidamente desmontada por otros expertos que aseguran que los animales no son capaces de distinguir los colores, ya que la mayoría solo ven en blanco y negro o no son capaces de ver el espectro de color del que disfrutamos los seres humanos.
Sea como sea los seres humanos sí distinguimos los colores y nos llaman la atención de distintas formas.