De un tiempo a esta parte nos estamos dando cuenta de que en realidad no necesitamos la mayoría de las cosas que adquirimos. Sobre todo porque estas cosas nos obligan a tener que comprar otras, bien sea para poder mantener las primeras en buenas condiciones o para protegerlas de peligros externos.
Antes cuando comprábamos un coche, nos conformábamos con que nos llevara y nos trajera al lugar donde queríamos, por lo que no solíamos prestarle mucha atención a algunas de las prestaciones. Claro está, había algunas cosas que sí teníamos en cuenta, como el consumo de combustible o que no se nos averiara con facilidad. A veces instalábamos en casa topes de estacionamiento con el propósito de protegerlo de arañazos y evitar dañar nuestras plazas de garaje.
Ahora todo ha cambiado. No nos conformamos con cualquier cosa, tenemos que conseguir lo último, por lo que nuestro coches tienen incluso detectores que nos avisan de lo cerca que estamos del bordillo. Pero, claro está, al introducir la electrónica en los coches, tenemos que realizar muchas más labores de mantenimiento que antes, con el consiguiente aumento en los costes.